Descansar en paz
La Iglesia del Salvador de Villaluenga del Rosario, en la sierra de Cádiz, acoge el Campo Santo entre sus ruinas.
Como si de un cuadro renacentista surgiera, la imagen de la Iglesia de El Salvador, es imponente.
El edificio en ruinas, nos habla del tiempo, de la decadencia, de que nada es eterno, por muy fuerte que sea.
Acoge entre sus muros, al ser humano en su último lecho, bajo el cielo, sin techo.
Rodeado de un maravilloso paisaje y amparado por los riscos, cada uno de los rincones nos evoca al tempus fugit. Una imagen elocuente... el tiempo pasa...
Según la UNESCO, los paisajes culturales son bienes
culturales, producto de la acción humana y la naturaleza, que ilustran la
evolución de la sociedad a lo largo del tiempo, bajo la influencia de
restricciones físicas y/o de las posibilidades de su entorno natural y de las
fuerzas sociales, económicas y culturales sucesivas, tanto externas como
internas.
El pueblo de Villaluenga del Rosario, ubicado al Noroeste de la Sierra de Cádiz, es un reducto de paz y tranquilidad. Sus casas encaladas, encaramadas a la peña, miran de frente, a esa lengua de tierra profunda que abarca el horizonte y de la que toma su nombre.
En el centro del Parque Natural Sierra de Grazalema, a los pies del Navazo Alto y frente a la Sierra de Líbar, el pueblo, situado a una altitud de 858 metros sobre el nivel del mar, es mas alto y mas pequeño de la provincia.
Todo ello influye en su clima singular, de temperaturas extremas, lo que ocasiona que tenga el indice pluvioso mas alto de la península.
Es uno de los pocos pueblos de la provincia que se cubre de nieve. Ofreciendo esta bonita imagen.
En el yacimiento de las Cuevas de la Manga se data la presencia humana desde el Paleolítico Inferior, pero el devenir de la historia, le concede origen musulmán, restos de calzada medieval, etc.
Destacados
monumentos son las iglesias de San Miguel y El Salvador, las ermitas de San
Gregorio y del Calvario, el Ayuntamiento y la Fuente de el Acueducto, y su singular Plaza de Toros que no es redonda sino poligonal con sus gradas de piedra local.
Para los amantes de la espeleología, deciros que en sus alrededores hay 80 cuevas y tres de las cuatro simas más importantes de
Andalucía: Sima del Cacao, de los Republicanos y de Villaluenga.
Su industria quesera esta siendo reconocida internacionalmente.
Cuenta con un Museo del Queso, que incluye una tienda y en el que imparten talleres.
Su artesanía se elabora con productos autóctonos como el corcho, la palma, el esparto y los telares.
Pero vayamos a lo que nos ocupa: la Iglesia cementerio de El Salvador
Subiendo a la parte alta del pueblo, legamos a la calle Torre. Al fondo, podemos contemplar la imagen de la Iglesia, con la torre restaurada adosada al muro originario que no esconde el paso del tiempo.
Una cancela cerrada permite contemplar el interior, un tanto fantasmagórico, pero lleno de belleza.
Conseguimos encontrar al custodio de la llave, un señor, ya mayor, que nos contó anécdotas y que amablemente nos la cedió para poder hacer el reportaje fotográfico.
Según parece, ya que la documentación se perdió en un incendio, como en tantos otros casos la Iglesia de El Salvador, data de 1722.
En la guerra de la Independencia fue incendiada por las tropas napoleónicas.
El posterior abandono la convirtió en ruinas. Y los lugareños le encontraron una utilidad.
A pesar de que la tradición de los enterramientos en Iglesias y Catedrales es algo común, siempre con personajes relevantes. No es muy normal encontrar el propio Campo Santo dentro de la Iglesia, aprovechando sus estructuras.
La torre fue restaurada. Pero la protagonista es la arquitectura de las ruinas de la Iglesia.
En esta panorámica podemos observar el porte magnifico de la estructura superior, ahora, sin bóvedas ni cúpula, pero que nos deja adivinar su pasado.
Las lápidas encastradas en los muros de piedra, resaltan por el encalado. No deja de tener algo de hermoso este rincón, la hierba que crece libre, la techumbre de teja, el deterioro de los muros...
El patio principal, esta rodeado por lápidas. La serenidad del entorno, reflejan la espiritualidad del lugar.
Al fondo del patio central, se accede a otras zonas, donde se han ido acoplando, a los laterales, los nichos. Se advierte que son menos antiguos que los anteriores.
Si no podéis entrar a visitarlo, desde el exterior, por encima del muro puede contemplarse esta zona.
Este paisaje del fondo con la Lengua y la Sierra. es un lugar privilegiado para la última morada.
El acceso y los laterales están cuidados y son mas modernos, pero se integran perfectamente con las ruinas de la Iglesia.
Al fondo, a su espalda, el Navazo protege el pueblo y el cementerio, dejando caer su sombra alargada cuando llega la tarde.
Hemos evitado enfocar muy claramente los nombres de los difuntos, por respeto. Esto a condicionado un poco las fotografías. Os animamos a visitarlo por que merece la pena.
Fuentes:
Fotografías: Arte Plus Ultra